Sara Berenguer Laosa



Nace el 1 de enero de 1919 en Barcelona, en  una modesta familia obrera, su padre es masón y militante libertario. Con 13 años, comienza a trabajar en una carnicería donde tomará conciencia de la explotación obrera.


Cuando surge el levantamiento del 36, su padre marcha al frente. Ella tiene 17 años. Deseando ser útil para la revolución se presenta en el comité revolucionario de su barrio donde asume tareas como responsable de la distribución de armas. 


También se compromete con la SIA (Solidaridad Internacional Antifascista).

El comportamiento machista de algunos de sus compañeros militantes frente a las camaradas y a las mujeres, en general, deseosas de abandonar su rol tradicional, la empuja a comprometerse en las actividades de Mujeres libres en octubre de 1938 de la que llega a ser secretaria de propaganda porque toma conciencia de que el discurso político no es suficiente y que es necesario formarse y actuar sobre las conciencias.


Al principio, cuando “Mujeres libres se organiza, yo no estaba de acuerdo con ellas porque consideraba que para ganar la lucha, era preciso combatir conjuntamente, el hombre junto a la mujer.


Y como para mi, eso me parecía natural, no veía la necesidad de una organización de mujeres. Luego se nos informó de una conferencia de Mujeres libres. Yo no fui pero oí a tres camaradas al regresar burlarse de Mujeres libres ¿Qué es lo que buscan estas mujeres? ¿Convocar una conferencia? ¿Por quiénes se toman?. Eso me impactó. Me enfadé con ellos, contra los camaradas que sólo nos considerabas como madres de familia o como sirvientas”.
 

Además de su militancia en Mujeres Libres durante la guerra, Sara participó en el comité revolucionario de su barrio, Les Corts, y fue secretaria del Comité Regional de las Industrias de la Edificación, Madera y Decoración de Cataluña. 


En 1939, se exilia a Francia y prosigue su trabajo para la SIA en Perpignan y luego en Béziers donde intenta socorrer a los internados en los campos, entre los cuales se encuentra su compañero, Jesús Guillén. En una situación muy precaria, no cesa de luchar a pesar del nacimiento de dos hijos. Tras la liberación de Jesús, prosigue su acción en el seno de la CNT en el exilio de donde serán excluidos en 1965 por su apoyo a los jóvenes activistas antifranquista que el movimiento no reconoce ya. Pero ella no se da por vencida y en 1965, retoma con Suceso Portales, la redacción de la revista Mujeres Libres. 

Su casa, cerca de Béziers, será un lugar de encuentro de anarquistas. 

Sara se consagrará a la poesía y a la redacción de un relato autobiográfico “Entre el sol y la tormenta” (1988).


En el año 1998 el gobierno francés le concede la “Cruz de la Legión de Honor”, por su participación en la resistencia francesa durante la segunda guerra mundial.


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